LA BANDA DE BONNOT1 ERA vegetariana y sólo bebían agua. Tuvieron un mal (aunque pintoresco) fin. La verdura y el agua, cosas de por sí excelentes —puro zen sin duda— no deberían consumirse como un martirio sino como una epifanía. La autonegación como práxis radical, el impulso Nivelador, sabe a sombras milenarias; y esta corriente en la izquierda comparte un trampolín histórico con el fundamentalismo neopuritano y con la reacción moralista de nuestra década. La Nueva Ascesis, ya sea practicada por anoréxicos maníacos de la salud, sociólogos policiales de labio fino, nihilistas urbanos de línea dura, baptistas fascistas de pan ácimo, torpedos socialistas populares contra la droga… en todos los casos la fuerza motivadora es la misma: el resentimiento.
En presencia de la mordaz anestesia contemporánea erigiremos una galería completa de antepasados, de héroes que llevaron la lucha contra la mala conciencia pero todavía sabían divertirse, un caldo de cultivo genial, una categoría rara y difícil de definir, grandes mentes no sólo por la Verdad sino por la verdad del placer, serios pero no sobrios, cuya soleada disposición los vuelve no perezosos sino intensos, brilantes pero no atormentados. Imagínate a un Nietzsche con una buena digestión. Ni tibios epicúreos, ni inflados sibaritas. Una especie de hedonismo espiritual, un verdadero Sendero del Placer, la visión de una buena vida que es a un tiempo noble y posible, enraizada en un sentido de la espléndida superabundancia de la realidad.
Shayk Abu Sa’id de Khorassan
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