(1) Anarquismo, n. 1. La doctrina de que una sociedad sin estado es posible y deseable.
(2) El anarquismo, correctamente entendido, no tiene nada que ver ni con normas ni con valores en un sentido moral. La moralidad es al espíritu lo que es el estado a la sociedad, un cuerpo extraño y una limitación alienante sobre la libertad, una inversión de las finalidades y de los medios. Para los anarquistas las normas y los valores se entienden mejor –es es, son lo más útiles- como aproximaciones, resúmenes y convenciones. Pueden contener una cierta sabiduría práctica ganada mediante la experiencia social. Por contra, pueden ser preceptos interesados de autoridad, o formulaciones que fueron útiles pero que, una vez que cambiaron las circunstancias, no sirven para ningún propósito anarquista, o para cualquier propósito bueno.
(3) Hablar de normas y valores anarquistas, entonces, no es necesariamente un sinsentido –esto sí que implica riesgos, riesgos a menudo evitables. En una sociedad todavía saturada de cristianismo y sus sustitutos seculares, el riesgo es que la utilización tradicionalmente absolutista de estas palabras moralistas se transfiera al modo que los anarquistas los emplean. “¿Posees normas y valores o son ellos los que te poseen?”. Normalmente es mejor (pero, por supuesto, no necesariamente o absolutamente mejor) para los anarquistas que se evite traicionero vocabulario del moralismo y digan directamente y sinceramente lo que quieren, porqué lo quieren, y porqué quieren que todo el mundo lo quiera. En otros términos, poner las cartas sobre la mesa.
(4) Como las normas y los valores, los “ismos” anarquistas, viejos y nuevos, es mejor considerarlos como recursos, no como constricciones. Existen para nosotros, no nosotros para ellos. No importa si yo, por ejemplo, vengo del situacionismo o del sindicalismo, o que otro anarquista haya sacado más del feminismo, el marxismo o el Islam. Los lugares que hemos visitado incluso de los que procedemos son menos importantes que lo que somos ahora, lo verdaderamente importante es dónde estamos y hacia dónde vamos o si vamos al mismo sitio.
(5) Permitidme que por el “Tipo 1” me refiera al anarcoizquierdismo. Por el “Tipo 2” al anarcocapitalismo. Por el “Tipo 3” al meta-típico (“los nombres no me nombran”). La categoría anarquista del Tipo 3 rechaza la categorización. Su “existencia precede a su esencia” (Sartre). Para ella nada es necesariamente necesario, y todo es posiblemente posible. Él piensa que el inmediatismo lleva demasiado tiempo.“Ella vuela sobre alas ajenas” (Shocking Blue). La esposa de Winston Churchill una vez se quejó de que su marido bebiese demasiado. Churchill respondió que había tomado más del alcohol que el alcohol había tomado de él. La anarquista de Tipo 3 toma más del anarquismo de lo que el anarquismo toma de ella. E intenta obtener más de la vida de lo que la vida obtiene de él. Una orientación amante, pensativa, auto-afirmadora, predadora tiene tantas aplicaciones prácticas comohay tantas aplicaciones como la ingenuidad y la imaginación del Tipo 3 le puede sugerir.
(6) En principio, el rechazo de los principios de aplicación universal tiene aplicaciones universales. En la práctica, cada individuo tiene sus limitaciones y la fuerza de las circunstancias varía. No hay ninguna fórmula para el éxito, ni siquiera el reconocimiento de la posibilidad de que exista una tal fórmula. Pero la razón y la experiencia identifican ciertos áreas de inutilidad previsible. Es sencillo y recomendable, por ejemplo, que los anarquistas se abstengan de entrar en el juego de las políticas electorales. Es preferible pero a menudo no es posible abstenerse de trabajar, aunque sí que es posible envolverse en ciertas formas de resistencia en el puesto de trabajo sin riesgos excesivos. El crimen, el mercado negro, la evasión fiscal son a menudo alternativas o formas adjuntas de participar en el sistema sancionado por estado. Cada uno ha de evaluar sus propias circunstancia con una mente abierta. Házlo lo mejor que se puedas e intentar que no te cojan. Los anarquistas tienen ya demasiados mártires.
(7) El anarquismo está en un periodo de transición y muchos anarquistas experimentan ansiedad. Es demasiado sencillo abogar por cambiar el mundo. Hablar es gratis. No es tan fácil cambiar su pequeño rincón del mundo en el que vives. Las diferencias entre las tradicionales tendencias del anarquismo son insignificantes porque las mismas tendencias tradicionales del anarquismo son insignificantes. (Para los objetivos actuales, dejemos a un lado el Tipo2. Los anarquistas del “mercado libre” que aparentemente no tienen ninguna presencia, excepto en los Estados Unidos, e incluso ahí no juegan un gran papel y menos influencia aún sobre el “mercado”). El declive mundial de la izquierda, irreversible y largamente retardado, ha precipitado la crisis actual entre los anarquistas.
(8) Los anarquistas tienen una crisis de identidad. ¿Son todavía, o son simplemente, el ala izquierda del ala izquierda? ¿O son algo más o incluso algo distinto? Los anarquistas siempre han hecho más por la izquierda que el resto de la izquierda ha hecho nunca por ellos. Cualquier deuda que pudiera tener del anarquismo con la izquierda ha sido pagada esta deuda ha sido completamente pagada hace mucho tiempo, incluso en exceso. Ahora finalmente, los anarquistas son libres de ser ellos mismos. Pero la libertad es una perspectiva que asusta, incierta, mientras que las viejas maneras, los viejos clichés y rituales izquierdistas son tan confortables como “unos zapatos viejos” (incluidos los zuecos). Lo que es más, desde que la izquierda ya no es ninguna amenaza, los anarco-izquierdistas ya no están en peligro frente a la represión del estado cuando ellos promulgan y recuerdan sus antiguas y míticas glorias. Esto es tan revolucionario como fumar hachís, y el estado tolera ambas cosas por la misma razón.
(9) De todas maneras, ¿cómo de “anárquico” es el mundo? Por un lado muy anárquico por el otro nada en absoluto. Es muy anárquico en el sentido que, como Kropotkin argumentaba, la sociedad humana, la propia vida humana, siempre depende mucho más de la acción en cooperación voluntaria que de cualquier orden estatal. Bajo regímenes estatales severos -el régimen de la antigua URSS o del actual régimen de la ciudad de New York- el régimen en sí mismo depende de la violación generalizada de sus propias leyes para permanecer en el poder y mantener la vida en marcha. En otro sentido, el mundo no es anarquista en absoluto, porque ya no existe ninguna población humana que no esté sujeta en cierto grado al control de algún estado.
La guerra es demasiado importante para dejarla a los generales, y la anarquía es demasiado importante para dejarla a los anarquistas. Es mejor que cada uno lo intente con la táctica a la que se sienta inclinado, a pesar de que se halla probado errónea –como votar, prohibir libros (especialmente los míos), violencia aleatoria, y aliarse a la izquierda autoritaria- que evadirlas. Si los anarquistas no han aprendido cómo revolucionar el mundo, afortunadamente han aprendido los métodos para no hacerlo. No es mucho, pero ya es alguna cosa.
(10) Hablar de prioridades una mejora con respecto al hablar de normas y de valores, en tanto que está menos cargada de malentendidos moralistas. Pero, de nuevo, ¿tienes prioridades o las prioridades te tienen a ti?
(11) El auto-sacrificio es contrarrevolucionario. Cualquiera que sea capaz de sacrificarse por una causa también es capaz de sacrificar por ella a cualquiera. Por tanto, la solidaridad entre los auto-sacrificados es imposible. No puedes confiar en el altruista. Nunca sabes cuando puede cometer algún acto desastroso de benevolencia.
(12)”La lucha contra la opresión” -¡que frase tan fina! Una carpa de circo lo bastante grande como para cubrir cualquier causa izquierdista, sea como sea de payasesca, y lo más irrelevante que sea para la revolución de la vida cotidiana, mejor. ¡Mumia libre! ¡Independencia para Timor! ¡Médicos y medicamentos para Cuba! ¡Prohibición de los libros “sucios”! ¡Viva Chiapas! ¡Marihuana legal! ¡Salvemos a las ballenas! ¡Libertad para Nelson Mandela! –no, espera, eso ya lo han conseguido, ahora él es la cabeza del estado, y ¿puede ser una vida anarquista lo mismo después de esto? Todo el mundo es bienvenido bajo la gran tienda, pero con una condición: abstenerse de toda crítica a los otros. Tu firmas mi petición y yo firmaré la tuya…
Manteniendo la imagen pública de una “lucha común contra la opresión”, los izquierdistas esconden, no solo su división actual, incoherencia y debilidad, sino – paradójicamente – aquello que realmente comparten (lo tienen en común): el consenso tácito con los elementos esenciales sociedad estatal y de clases. Aquellos que están contentos con la ilusión de pertenecer a una comunidad, están poco dispuestos a arriesgarse a perder sus modestas gratificaciones personales e incluso alguna cosa más, si se pusiesen a luchar por alguna cosa real. Todas las democracias industriales avanzadas toleran la fiel oposición izquierdista, que sólo es justa en tanto que esta los tolera a ellos.
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