domingo, 29 de noviembre de 2009
manifestos de Andre Breton y los surrealistas en el periodico anarquista frances Le Libertaire
la famosa escena de los vanabundos y su "ultima cena" en la pelicula de Luis Buñuel Viridiana
Traducido de LIBERTARIAS, Sao Paulo/Brasilia, septiembre-octubre 1989
El 12 de septiembre de 1951 comienza la participación de los surrealistas en LE LIBERTAIRE, periódico semanal de la Federación Anarquista Francesa, con el texto aquí presentado: "Surrealismo y Anarquismo - Declaración Previa", firmado entre otros por Andre Breton, Benjamin Peret, Jean Schuster y Jean-Luis Bedouin.
Pietro Ferrua, en su estudio SURREALISMO Y ANARQUISMO, presentado en la inauguración del Instituto Anarchos de la Universidad de Montreal en junio de 1982, declara que la colaboración entre surrealistas y anarquistas es muy anterior a la Declaración Previa. Ya en 1949, Andre Breton hablo "en un gran mitin, realizado en la Mutilaste, en favor de los Ciudadanos del Mundo y de los objetores de conciencia. Allí se reafirmo en el antimilitarismo de su juventud y evoca las banderas rojinegras de las manifestaciones de otrora. En su discurso se declara de acuerdo con la posición de los anarquistas, y especialmente con la de Luis Lecoin. Antes de eso, fue publicado un manifiesto en LE LIBERTAIRE, el 22 de mayo de 1947, bajo el titulo: "Libertad es una palabra vietnamita", suscrito por Bonnefoy, Bousquet, Breton, Peret, Tanguy y una decena más de surrealistas conocidos. Ese texto condena la aventura imperialista francesa en Indochina. Debemos también recordar que Breton, en 1947, acababa de retornar de Norteamérica, de donde traería el manuscrito "Arcángel 17", en el cual manifiesta todo su arrepentimiento por haber, aun joven, tomado la vía marxista, en vez de seguir aquella mucho más pura del anarquismo".
Un hecho interesante que no podemos dejar de citar es el silencio total hecho por los especialistas sobre el surrealismo en cuanto al distanciamiento del marxismo y la adhesión a ideas anarquistas por parte de los surrealistas franceses. Ferrua, en el estudio citado, menciona que una de las estudiosas del surrealismo, Anna Balakian, dijo tener que evitar tocar ese asunto al juzgarlo "espinoso", y J. H. Matthews, que consagro varios volúmenes al surrealismo, apenas se limita a tocar superficialmente el tema. Tampoco en los Encuentros, patrocinados por el Centro Cultural Internacional de Cerisy-La-Salle, en 1966, durante los cuales toda una sesión fue consagrada al problema de como los surrealistas ven la libertad, fue abordada la adhesión de los surrealistas al anarquismo. Fue solamente cuando José Pierre resolvió editar las ESQUELAS SURREALISTAS - publicadas semanalmente en LE LIBERTAIRE - que se tomo conciencia de esta importante pagina de la historia del surrealismo.
Los dos textos aquí presentados fueron extraídos del volumen SURREALISMO Y ANARQUISMO, recopilación de artículos surrealistas publicados en LE LIBERTAIRE, en preparación por la Nuevos Tiempos Editora de Brasil.
Declaración Previa
Los surrealistas no cesamos de consagrar a la trinidad: Estado-Trabajo-Religion, una abominación que, frecuentemente, nos llevo al encuentro de los camaradas de la Federación Anarquista. Esta aproximación nos lleva hoy a expresarnos en LE LIBERTAIRE. Nos alegramos aun más porque esta colaboración creemos nos permitirá cimentar algunas de las grandes líneas de fuerza comunes a todo espíritu revolucionario.
Estimamos que una amplia revisión de las doctrinas se impone con urgencia. Ella solo es posible si los revolucionarios examinan en conjunto todos los problemas del socialismo con el objetivo, no de encontrar en esa revisión una confirmación de las propias ideas, sino de hacer una teoría capaz de dar un impulso nuevo y vigoroso para la Revolución social. La liberación del hombre no podrá, so pena de negarse inmediatamente después, ser reducida únicamente al plano económico y político, además debe ser entendida en el plano ético (saneamiento definitivo de las relaciones de los hombres entre sí). Esto se liga a la toma de conciencia por las masas de sus posibilidades revolucionarias y no puede, bajo ninguna circunstancia, llevar a una sociedad en que todos los hombres, como en Rusia, serian iguales en su esclavitud.
Irreconciliables con el sistema de opresión capitalista, bien manifestándose bajo la forma odiosa de "democracia" burguesa y odiosamente colonialista, ya que asuma el aspecto de un régimen totalitario nazi o stalinista, no podemos dejar de afirmar nuestra hostilidad fundamental para con los dos bloques. No es nuestra ninguna guerra imperialista, que ellos preparan para resolver sus conflictos y aniquilar las voluntades revolucionarias. De la guerra solo pueden resultar un agravamiento de la miseria, ignorancia y represión. Solo la antagónica acción autónoma de los trabajadores podrá impedirla y aproximar la subversión, en el sentido de reconstrucción absoluta del mundo actual.
El surrealismo fue y permanece como el único en emprender esa subversión en el terreno sensible que le es propio. Su desarrollo, su penetración en los espíritus puso en evidencia la quiebra de todas las formas de expresión tradicionales y mostró que ellas eran inadecuadas para la manifestación de una revuelta consciente del artista contra las condiciones materiales y morales impuestas a la humanidad. La lucha por la substitución de las estructuras sociales y la actividad desarrollada por el surrealismo para transformar las estructuras mentales, lejos de excluirse, son complementarias. Su conjunción debe estimular la venida de una época liberada de toda jerarquía y de toda opresión.
Jean-Louis Bedouin; Robert Benayoun; Andre Breton; Roland Brudieux; Adrien Dax; Guy Doumayrou; Jacqueline y Jean-Pierre Dupray; Jean Ferry; Georges Goldfayn; Alain Lebreton; Gerard Legrand; Jehan Mayoux; Benjamin Peret; Bernard Roger; Anne Seghers; Jean Schuster; Clovis Trouille y los camaradas extranjeros ahora en París.
(LE LIBERTAIRE, 12 de septiembre de 1951)
La Luminosa Torre
Texto de Andre Breton (1896-1963), en LE LIBERTAIRE del 11-1-1952
Fue en el negro espejo del anarquismo que el surrealismo se reconoció por primera vez, mucho antes de definirse a si mismo y cuando apenas era asociación libre entre individuos, despreciando espontáneamente y en bloque las opresiones sociales y morales de su tiempo. Entre las fuentes de inspiración donde abrevamos, en esa posguerra de 1914, y cuya fuerza de convergencia era a toda prueba, figuraba el final de la Balada de Solness, de Laurent Tailhade:
Golpea nuestros corazones
en desbandada, en harapos
!Anarquía! !Oh, portadora de luz!
!Expulsa la noche! !Aniquila los gusanos!
Y levanta al cielo, aunque sea
con nuestros túmulos
!La luminosa torre que sobre el mar domine!
En ese momento, la impugnación surrealista es total, absolutamente negada a dejarse canalizar en el plano político. Todas las instituciones sobre las cuales reposa el mundo moderno y que acababan de dar su resultante en la Primera Guerra Mundial son tenidas como aberrantes y escandalosas por nosotros. Para comenzar, es contra todo aparato de defensa de la sociedad que luchamos: ejercito, "justicia", policía, religión, medicina mental y legal, ensenhanza escolar. Tanto las declaraciones colectivas como los textos individuales del Aragon de antanho, de Artaud, Crevel, Desnos, del Eluard de otrora, de Ernst, Leiris, Masson, Peret, Queneau y yo mismo, atestiguan la voluntad común de hacer que fuesen reconocidos como flagelos y, como tales, combatirlos. Sin embargo, para combatirlos con algún chance de éxito, es preciso todavía atacar su armadura, que, en ultimo análisis, es de orden lógico y moral: La pretendida "razón" en uso es una etiqueta fraudulenta, recubre el "sentido común" mas desgastado, y la "moral" falseada por el cristianismo, con el objeto de desalentar cualquier resistencia contra la explotación del hombre.
Un gran fuego se elevaba sobre esas brasas - éramos jóvenes - y debo insistir en el hecho de que constantemente se avivo para liberarse en la vida y obra de los poetas:
!Anarquía! !Oh, portadora de luz!
Esos poetas fueron Tailhade, Baudelaire, Rimbaud, Jarry, que todos nuestros jóvenes camaradas libertarios deberían conocer; así como también deberían conocer a Sade, Lautreamont, o el Schwob del LIBRO DE MONELLE.
¿Por que no pudo ocurrir en ese momento una fusión orgánica entre elementos anarquistas, propiamente dichos, y elementos surrealistas? Todavía me lo pregunto 25 anhos después. No cabe duda que la idea de eficacia que fue el espejo de toda esa época decidió de otra forma. Lo que se considero como el triunfo de la revolución rusa y la realización de un Estado obrero provoco un gran cambio de visión. La única sombra del cuadro - que se precisaría como mancha indeleble - residía en el aplastamiento de la insurrección de Kronstadt, en marzo de 1921. Nunca los anarquistas consentirían en aprobar esto. Entre tanto, hacia 1925, solo la III Internacional parecía disponer de los medios deseados para transformar el mundo. Podría creerse que los signos de degeneración y de regresión ya fácilmente observables en el Este aun eran conjurables. Los surrealistas vivían, entonces, en la convicción de que la revolución social extendida a todos los países no podia dejar de promover un mundo libertario (algunos decían un mundo surrealista, pero es la misma cosa). Todos, inicialmente, lo apreciaron de esa forma, incluso aquellos
(Eluard, Aragon, etc.) que en seguida, desistieron de su ideal primero hasta el punto de hacer en el stalinismo una carrera envidiable (a los ojos de los mercaderes). Mas el deseo y la esperanza humanas jamás podrán estar a merced de aquellos que traicionaron:
!Expulsa la noche! !Aniquila los gusanos!
Se conoce muy bien que incrédulo pillaje fue hecho de estas ilusiones durante el segundo cuarto de siglo. Por una terrible ironía, al mundo libertario con el cual se sonhaba lo suplanto un mundo donde la mas servil obediencia es de rigor, donde los derechos mas elementales son negados al hombre, donde toda la vida social gira en torno a comisarios y verdugos. Como todos los casos en que un ideal humano llega a este cúmulo de corrupción, el único remedio es regenerarse en la gran corriente sensible donde se origino, remontar a los principios que le permitieron constituirse. Es en el propio confín de esta marcha, hoy mas necesaria que nunca, que se encontrara el anarquismo, solamente él - no mas esa caricatura que nos presentaron o la cosa hedionda que hicieron de él -, pero aquel que nuestro camarada Fortines describe "como el propio socialismo, esto es, esta reivindicación me ordena por la dignidad del hombre (tanto su libertad como su bienestar); el socialismo, concebido no como la simple resolución de un problema económico o político, sino como la expresión de regiones exploradas en su deseo de crear una sociedad sin clases, sin Estado, en que todos los valores y aspiraciones humanas se puedan realizar."
Esta concepción de una rebelión y una generosidad indisociables una de otra, y, a despecho de Albert Camus, ilimitable tanto una en cuanto la otra, los surrealistas la hacen suya, hoy, sin reservas. Liberada de las brumas mortales de estos tiempos, la consideramos como la única capaz de hacer resurgir ante ojos cada vez más numerosos:
!La luminosa torre que sobre el mar domine!
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