domingo, 29 de noviembre de 2009
Primer Manifiesto Surrealista x Andre Breton
"mayo 68" x joan miro
Tanto de fe en la vida, en la vida en su aspecto mas precario, en la vida real naturalmente, que al fin esta fe acaba por desaparecer. El hombre, soñador sin remedio al sentirse de dia en dia mas descontento con su sino, examinar con dolor los objetos que le han enseñado a utilizar, y que ha obtenido a traves de su indiferencia o de su interes, casi siempre a traves de su interes, ya que ha consentido someterse al trabajo, o por lo menos no se ha negado a aprovechar las oportunidades…. ¡Lo que el llama oportunidades!. Cuando llega este momento, el hombre es profundamente modesto: sabe como son las mujeres que ha poseido, sabe como fueran las risibles aventuras que emprendio, la riqueza y la pobreza nada le importan, y en este aspecto vuelve a ser como un niño recien nacido; y en cuanto se refiere a la aprobacion de su conciencia moral, reconozco que puede prescindir de ella sin grandes dificultades. Si le queda un poco de lucidez, no tiene mas remedio que dirigir la vista hacia atras, hacia su infancia que siempre le parecera maravillosa, por mucho que los cuidados de sus educadores la hayan destrozado. En la infancia, la ausencia de toda norma conocida ofrece al hombre la perspectiva de multiples vidas vividas al mismo tiempo; el hombre hace suya esta ilusion, solo le interesa la facilidad momentanea, extremada, que todas las cosas ofrecen. Todas las mañanas, los niños inician su camino sin inquietudes. Todo esta al alcance de la mano, las peores circunstancias parecen excelentes. Luzca el sol o este negro el cielo, siempre seguiremos adelante jamas dormiremos.
Pero no se llega muy lejos a lo largo de este camino; y no se trata solamente de una cuestion de distancia. las amenazas se acumulan, se cede, se renuncia a una parte del terreno que se debia conquistar. Aquella imaginacion que no reconocia limite alguno, ya no puede ejercerse sino dentro de los limites fijados por las leyes de un utilitarismo convencional; la imaginacion no puede cumplir mucho tiempo esta funcion subordinada, y cuando alcanza aproximadamente la edad de veinte años prefiere, por lo general, abandonar al hombre a su destino de tinieblas.
Pero si mas tarde le hombre, fuere por lo que fuere, intenta enmendarse al sentir que poco van desapareciendo todas las razones para vivir, al ver que se ha convertido en un ser incapaz de estar a la altura de una situacion excepcional, cual la del amor, dificilmente lograra su proposito. Y ello es asi por cuanto el hombre se ha entregado en cuerpo y alma al imperio de unas necesidades practicas que no toleran el olvido. todos sus actos careceran de altura; todas sus ideas, de profundidad. De todo cuanto le ocurra o cuanto pueda llegar a ocurrirle, solamente vera aquel aspecto del acontecimiento que lo liga a una multitud de acontecimientos parecidos, acontecimientos en los que no ha tomado parte, acontecimientos que se ha perido. Mas aun, juzgara cuanto le ocurra o pueda ocurrirle poniendolo en relacion con uno de aquellos acontecimientos ultimos, cuyas consecuencias sean mas tranquilizadoras que las de los demas. Bajo ningun pretexto sabra percibir su salvacion.
Aamada imaginacion, lo que mas amo en ti es que jamas perdonas.
Unicamente la palabra libertad tiene el poder de exaltarme. Me parece justo y bueno mantener indefinidamente este viejo fanatismo humano. Sin duda alguna, se basa en mi unica aspiracion legitima. Pese a tantas y tantas desgracias como hemos heredado, es preciso reconocer que se nos ha legado una libertad espiritual suma. A nosotros corresponde utilizarla sabiamente. Reducir la imaginacion a la esclavitud, cuando a pesar de todo quedara esclavizada en virtud de aquello que con grosero criterio se denomina facilidad, es despojar a cuanto uno encuentra en lo mas hondo de si mismo del derecho a la suprema justicia. Tan solo la imaginacion me permite llegar a saber lo que puede llegar a ser, y esto basta para mitigar un poco su terrible condena; y esto basta tambien para que me abandone a ella, sin miedo al engaño. ¿En que punto comienzo la imaginacion a ser pernicisoa y en que punto deja de existir al seguridad del espiritu? ¿Para el espiritu, acaso la posibilidad de errar no es sino una contingencia del bien?.
Queda la locura, “la locura que solemos recluir”, como muy bien se ha dicho. Esta locura o la otra…… Todos sabemos que los locos son internados en razon de un reducido numero de actos juridicamente reprobables, y que, en ausencia de estos actos, su libertad…. no seria puesta en tela de juicio. Estoy plenamente dispuesto a reconocer que los locos son, en cierta medida, victimas de su imaginacion, en el sentido de que esta les induce a quebrantar ciertas reglas, reglas cuya transgresion define la calidad del loco, lo cual todo ser humano ha de procurar saber por su propio bien. Sin embargo, la profunda indiferencia de que los locos dan muestras con respecto a la critica de que les hacemos objeto, por no hablar ya de las diversas correciones que les infligimos, permite suponer que su imaginacion les proporciona grandes consuelos, que gozan de su delirio lo suficiente para soportar que tan solo tenga validez para ellos. Y, en realidad, las alucinaciones, las visiones, etcetera, no son una fuente de placer despreciable. La sensualidad mas culta goza con ella, y me consta que muchas noches acariciaria con gusto aquella linda mano que, en las ultimas paginas de la Intelligence, de Taine, se entrega a tan curiosas fechorias. Me pasaria la vida entera dedicado a provocar las confidencias de los locos. Son gente de escrupulosa honradez, cuya inocencia tan solo se puede comparar a la mia. Para poder descubrir America, Colon tuvo que iniciar el viaje en compañia de locos. y ahora podeis ver que aquella locura dio frutos reales y duraderos.
No sera el miedo a la locura lo que nos obligue a bajar la bandera de la imaginacion.
Despues de haber instruido proceso a la actitud materialista, es imperativo instruir proceso a la actitud realista. Aquella, mas poetica que ésta, desde luego, presupone en el hombre un orgullo ciertamente monstruoso, pero no comporta una nueva y mas completa frustracion. Es conveniente ver ante todo en dicha escuela una bienhechora reaccion contra ciertas risibles tendencias del espiritualismo. Y, en fin, la actitud materialista no es incompatible con cierta elevacion intelectual.
Contrariamente, la actitud realista, inspirada en el positivismo, desde Santo Tomas a Anatole France, me parece hostil a todo genero de elevacion intelectual y moral. Le tengo horror por considerarla resultado de la mediocridad, del odio y de vacios sentimientos de suficiencia. Esta actitud es la que ha engendrado en nuestros dias esos libros ridiculos y esas obras teatrales insultantes. Se alimenta incesantemente de las noticias periodisticas, y traiciona a la ciencia y al arte, al buscar halagar al publico en sus gustos mas rastreros; su claridad roza la estulticia, y esta a altura perruna.
Esta actitud llega a perjudicar la actividad de las mejores inteligencias, ya que la ley del minimo esfuerzo termina por imponerse a éstas, al igual que a las demas. Una consecuencia ridicula de dicho estado de cosas estriba, en el terreno de la literatura, en la abundancia de novelas. Todos ponen a contribucion sus pequeños dotes de “observacion”.
A fin de proceder a asilar los elementos esenciales, Paul Valery propuso recientemente la formacion de una antologia en la que se reuniera el mayor numero posible de novelas primerizas cuya insensatez esperaba alcanzase altas cimas. En esta antologia tambien figurarias obras de los autores mas famosos. Esta es una idea que honra a Paul Valery, quien no hace mucho me aseguraba, habalndome del genero novelistico, que siempre se negaria a escribir la siguiente frase: la marquesa salio a las cinco. Pero, ¿Ha cumplido la palabra dada?.
Si reconocemos que el estilo puro y simplemente informativo, del que la frase antes citada constituye un ejemplo, es casi exclusivo partimonio de la novela, sera preciso reconocer tambien que sus autores no son expresivamente ambiciosos. El caracter circunstanciado, inutilmente particularista, de cada una de sus observaciones me induce a sospechar que tan solo pretenden divertirse a mis expensas. No me permiten tener siquiera la menor duda acerca de los personajes: ¿Sera este personaje rubio o moreno? ¿Como se llamara? ¿Le conoceremos en verano…? Todas estas interrogantes quedan resueltas de una vez para siempre, a la buena de Dios; no me queda mas libertad que la de cerrar el libro, de lo cual no suelo privarme tan pronto llego a la primera pagina de la obra, mas o menos. ¡Y las descripciones! En cuanto a vaciedad, nada hay que se les pueda comparar; no son mas que superposiciones de imagenes de catalogo, de las que el autor se sirve sin limitacion alguna, y aprovecha la ocasion para poner bajo mi vista sus tarjetas postales, buscando que juntamente con el fije mi atencion en los lugares comunes que me ofrece:
“La pequeña estancia a la que hicieron pasar al joven tenia las paredes cubiertas de papel amarillo; en las ventanas habia geranios y estaban cubiertas con cortinas de muselina; el sol poniente lo iluminaba todo con su luz cruda. En la habitacion no habia nada digno de ser destacado. Los muebles de madera blanca eran muy viejos. Un divan de alto respaldo inclinado, ante el divan una mesa de tablero ovalado, un lavabo y un espejo adosados a un entrepaño, unas cuantas sillas arrimadas a las paredes, dos o tres grabados sin valor que representaban a unas señoritas alemanas con pajaros en las manos… A eso se reducia el mobiliario”.
No estoy dispuesto a admitir que la inteligencia se ocupe, siquiera de paso, de semejantes temas. Habra quien diga que esta parvularia descripcion esta en el lugar que le corresponde, y que en este punto de la obra el autor tenia sus razones para atormentarme. Pero no por eso dejo de perder el tiempo, porque yo en ningun momento he penetrado en tal estancia. La pereza, la fatiga de los demas no me atraen. Creo que la continuidad de la vida ofrece altibajos demasiado contrastados para que mis minutos de depresion y debilidad tengan el mismo valor que mis mejores minutos. Quiero que la gente se calle tan pronto deje de sentir. Y quede bien claro que no ataco la falta de originalidad por la falta de originalidad. Me he limitado a decir que no dejo constancia de los momentos nulos de mi vida, y que me parece indigno que haya hombres que expresen los momentos que a su juicio son nulos. Permitidme que me salte la descripcion arriba reproducida, asi como muchas otras.
Y ahora llegamos a la psicologia, tema sobre el que no tendre el menor empacho en bromear un poco.
El autor coge un personaje, y tras haberlo descrito, hace peregrinar a su heroe a lo largo y ancho del mundo. Pase lo que pase, dicho heroe, cuyas acciones y reacciones han sido admirablemente previstas, no debe comportarse de un modo que discrepe, aunque parezca discrepar, de los calculos de que ha sido objeto. Aunque el oleaje de la vida cause la impresion de elevarlo, de revolcarlo, de hundirlo el personaje siempre sera aquel tipo humano previamente formado.
Se trata de una simple partida de ajedrez que no despierta mi interes, porque el hombre, sea quien sea, me resulta un adversario de escaso valor. Lo que no puedo soportar son esas lamentables disquisiciones referentes a tal o cual jugada, cuando ello no comporta ganar ni perder. Y si el viaje no merece las alforjas, si la razon objetiva deja en el mas terrible abandono a quien la llama en su ayuda, ¿no sera mejor prescindir de tales disquisiciones?. “La diversidad es tan amplia que en ella caben todos los tonos de voz, todos los modos de andar, de toser, de sonarse, de estornudar….” “Si un racimo de uvas no contiene dos granos semejantes, ¿a santo de que describir un grano en representacion de otro, un grano en representacion de todos, un grano que, en virtud de mi arte, resulte comestible?. La insoportable mania de equiparar lo desconocido, a lo clasificable domina todos los cerebros. El deseo de analisis impera sobre los sentimientos”. De ahi nacen largas exposiciones cuya fuerza persuasiva radica tan solo en su propio absurdo, y que tan solo logran imponerse al lector mediante el recurso a un vocabulario abstracto, bastante vago, ciertamente.
Si con ello resultara que las ideas generales que la filosofia se ha ocupado de estudiar, hasta el presente momento, presentasen definitivamente en un ambito mas amplio, yo seria el primero en alegrarme. Pero no es asi, y todo queda reducido a un simple discreteo; por el momento, los rasogs de ingenio y otras galanas habilidades, en vez de dedicarse a juegos inocuos consigo mismas, ocultan a nuestra vision, en la mayoria de los casos, el verdadero pensamiento que, a su vez, se busca a si mismo. Creo que todo acto lleva en si su propia justificacion, por lo menos en cuanto respecta a quien ha sido capaz de ejecutarlo, creo que todo acto esta dotado de un poder de irradiacion de luz al que cualquier glosa, por ligera que sea, siempre debilitara. El solo hecho de que un acto sea glosado determina que, en cierto modo, este acto deje de producirse. El adorno del comentario ningun beneficio produce al acto. Los personajes de Stendhal quedan aplastados por las apreciaciones del autor, apreciaciones mas o menos acertadas, pero que en nada contribuyan a la mayor gloria de los personajes, a quienes verdaderamente descubriremos en el instante en que escapan del poder de Stendhal.
Todavia vivimos bajo el imperio de la logica y precisamente a eso queria llegar. Sin embargo, en nuestros dias, los procedimientos logicos tan solo se aplican a la resolucion de problemas de interes secundario. La parte de racionalismo absoluto que todavia sigue en boga solamente pueden aplicarse a hechos estrechamente ligados a nuestra experiencia. Contrariamente, las finalidades de orden puramente logico quedan fuera de su alcance. Huelga decir que la propia experiencia esta confinada en una jaula, en cuyo interior da vueltas y vueltas sobre si misma, y de la que cada vez es mas dificil hacerla salir. La logica tambien se basa en la utilidad inmediata, y queda protegida por el sentido comun. So pretexto de civilizacion, con la excusa del progreso, se ha llegado a desterrar del reino del espiritu cuando pueda calificarse, con razon o sin ella, de supersticion o quimera; se ha llegado a proscribir todos aquellos modos de ivnestigacion que no se conformen con los usos imperantes. Al parecer, tan solo al azar se debe que recientemente se haya descubierto una parte del mundo intelectual que, a mi juicio, es con mucho la mas importante, y que se pretendia relegar al olvido. A este respecto debemos reconocer que los descubrimientos de Freud han sido de decisiva importancia. Con base en dichos descubrimientos, comienza al fin a perfilarse una corriente de opinion, a cuyo favor podra el explorador avanzar y llevar sus investigaciones a mas lejanos territorios, al quedar autorizado a dejar de limitarse unicamente a las realidades mas someras. Quiza haya llegado el momento en que la imaginacion este proima a volver a ejercer los derechos que le corresponden. Si las profundidades de nuestro espiritu ocultan extrañas fuerzas capaces de aumentar aquellas que se advierten en la superficie, o de luchar victoriosamente contra ellas, es del mayor interes captar estas fuerzas, captarlas ante todo para, a continuacion someterlas al dominio de nuestra razon, si fera procedente. Con ello, incluso los propios analistas no obtendran sino ventajas. Con ello, incluso los propios analistas no obtendran sino ventajas. Pero es conveniente observar que no se ha ideado ningun metodo a priori para llevar a cabo la anterior empresa, la cual, mientras no se demuestre lo contrario, puede ser competencia de los poetas al igual que de los sabios, y que el exito no depende de los caminos mas o menos caprichosos que se sigan.
Con toda justificacion Freud ha proyectado su labor critica sobre los sueños, ya que, efectivamente, es inadmisible que esta importante parte de la actividad psiquica haya merecido, por el momento, tan escasa atencion. y ello es asi por cuanto el pensamiento humano, por lo menos desde el instante del nacimiento del hombre hasta su muerte, no ofrece solucion de continuidad algunas, y la suma total de los momentos de sueño, desde un punto de vista temporal, y considerando solamente el sueño puro, el sueño de los periodos en que el hombre duerme, no es inferior a la suma de los momentos de realidad, o, mejor dicho, de los momentos de vigilia.
La extremada diferencia, en cuanto a importancia y gravedad, que para el observador ordinario existe entre los acontecimientos en estado de vigilia y aquellos correspondientes al estado de sueño, siempre ha sido sorprendente. Asi es debido a que el hombre se convierte, principalmente cuando deja de dormir, en juguete de su memoria, que, en el estado normal, se complace en evocar muy debilmente las circunstancias del sueño, en privar a este de toda trascendencia actual, y en situar el unico punto de referencia del sueño en el instante en que el hombre cree haberlo abandonado, unas cuantas horas antes, en el instante de aquella esperanza o de aquella preocupacion interior. El hombre, al despertar, tiene la falsa idea de reemprender algo que vale la pena. Por esto, el sueño queda relegado al interior de un parentesis, igual que la noche. Y, en general, el sueño, al igual que la noche, se considera irrelevante. Este singular estado de cosas me induce a algunas reflexiones, a mi juicio oportunas:
Dentro de los limites en que se produce (o se cree que se produce), el sueño es, segun todas las apariencias, continuo, y presenta indicios de organizacion o estructura. Unicamente la memoria se arroga el derecho de imponerle lagunas, de no tener en cuenta las transiciones, y de ofrecernos antes una serie de sueños que el sueño propiamente dicho. Del mismo modo, unicamente tenemos una representacion fragmentaria de las realidades, representacion cuya coordinacion depende de la voluntad. Aqui es importante señalar que nada puede justificar el proceder a una mayor dislocacion de los elementos constitutivos del sueño. Lamento tener que expresarme mediante unas formulas que, en principio, excluyen el sueño. ¿Cuando llegara, señores logicos, la hora de los filosofos durmientes?.
Quisiera dormir para entregarme a los durmientes, del mismo modo que me entrego a quienes me leen, con los ojos abiertos, para dejar de imponer, en esta materia, el ritmo consciente de mi pensamiento.
Acaso mi sueño de la ultima noche sea continuacion del sueño de la precedente, y prosiga, la noche siguiente, con un rigor harto pausible. Es muy posible, como suele decirse. Y habida cuenta de que no se ha demostrado en modo alguno que al ocurrir lo dicho la “realidad” que me ocupa subsista en el estado de sueño, que este oscuramente presente en una zona ajena a la memoria, ¿por que razon no he de otorgar al sueño aquello que a veces niego a la realidad, este valor de certidumbre que, en el tiempo en que se produce, no queda sujeto a mi escepticismo? ¿Por que no espero de los indicios del sueño mas de lo que espero de mi grado de conciencia, de dia en dia mas elevado? ¿No cabe acaso emplear tambien el sueño para resolver los problemas fundamentales de la vida? ¿Estas cuestiones son las mismas tanto en un estado como en el otro, y, en el sueño, tienen ya el caracter de tales cuestiones? ¿Conlleva el sueño menos sanciones que cuanto no sea sueño? Envejezco, y quiza sea el sueño, antes que esta realidad a la que creo ser fiel, y quiza sea la indiferencia con que contemplo el sueño, lo que me hace envejecer.
Vuelvo, una vez mas, al estado de vigilia. Estoy obligado a considerarlo como un fenomeno de interferencia. Y no solo ocurre que el espiritu de muestras, en estas condiciones, de una extraña tendencia a la desorientacion (me refiero a los lapsos y malas interpretaciones de todo genero, cuyas causas secretas comienzas a sernos conocidas), sino que, lo que es mas, parece que el espiritu, en su funcionamiento normal, se limite a obedecer sugerencias procedentes de aquella noche profunda de la que yo acabo de extraerle. Por muy bien condicionado que éste, el equilibrio del espiritu es siempre relativo. El espiritu apenas se atreve a expresarse y, caso de que lo haga, se limita a constatar que tal ideal, tal mujer, le hace efecto. Es incapaz de expresar de que clase de efecto se trata, lo cual unicamente sirve para darnos la medida de su subjetivismo. Aquella idea, aquella mujer, conturban al espiritu, le inclinan a no ser tan rigido, producen el efecto de aislarle durante un segundo del disolvente en que se encuentra sumergido, de depositarle en el cielo, de convertirle en el bello precipitado que es. Carente de esperanzas de hallar las causas de lo anterior, el espirirtu recurre al azar, divinidad mas oscura que cualquier otra, a la que atribuye todos sus extravios. ¿Y quien podra demostrarme que la luz bajo la que se presenta esa idea que impresiona al espiritu, bajo la que advierte aquello que mas ama en los ojos de aquella mujer, no sea precisamente el vinculo que le une al sueño, que le encadena a unos presupuestos basicas que, por su culpa, ha olvidado? ¿Y si no fuera asi, de que seria el espiritu capaz? Quisiera entregarle la llave que le permitiera penetrar en estos pasadizos.
El espiritu del hombre que sueña queda plenamente satisfecho con lo que sueña. La angustiante incognita de la posibilidad deja de formularse. Mata, vuela mas deprisa, ama cuanto quieras. Y si mueres, ¿acaso no tienes la certeza de despertar entre los muertos? Dejate llevar, los acontecimientos no toleran que los difieras. Careces de nombre. Todo es de una facilidad preciosa.
Me pregunto que razon, razon muy superior a la otra, confiere al sueño este aire de naturalidad, y me induce a acoger a la otra, confiere al sueño este aire de naturalidad, y me induce a acoger sin reservas en el momento en que escribo. Sin embargo, he de creer el testimonio de vista, de mis oidos; aquel dia tan hermoso existio, y auqel animal hablo.
La dureza del despertar del hombre, lo subito de la ruptura del encanto se debe a que se le ha incluido a formarse una debil idea de lo que es la expiacion.
En el instante en que el sueño sea objeto de un examen metodico o en que, por medios aun desconocidos, lleguemos a tener conciencia del sueño en toda su integridad (y esto implica una disciplina de la memoria que tan solo se puede lograr en el curso de varias generaciones, en la que comenzaria por registrar ante todos los hechos mas destacados), o en que su curva se desarrolle con una regularidad y amplitud hasta el momento desconocidas, cabra esperar que los misterios que dejen de serlo nos ofrezcan la vision de un gran Misterio. Creo en la futura armonizacion de estos dos estados, aparentemente tan contradictorios, que son el sueño y la realidad, en una especie de realidad absoluta, en una sobrerrealidad o surrealidad, si asi se la puede llamar. Esta es la conquista que pretendo, en la certeza de jamas conseguirla, pero demasiado olvidadizo de la perspectiva de la muerte para privarme de anticipar un poco los goces de tal posesion.
Se cuenta que todos los dias, en el momento de disponerse a dormir, Saint-Pol_Roux hacia colocar en la puerta de su mansion de Camaret un cartel en el que se leia: EL POETA TRABAJA.
Habria mucho que añadir sobre este tema, pero tan solo me he propuesto tocarlo ligeramente y de pasada, ya que se trata de algo que requiere una exposicion muy larga y mucho mas rigurosa; mas adelante volvere a ocuparme de él. En la presente ocasion, he escrito con el proposito de hacer justicia a lo maravilloso, de situar en su justo contexto este odio hacia lo maravilloso que ciertos hombres padecen, este ridiculo que algunos pretenden atribuir a lo maravilloso. Digamoslo claramente: lo maravilloso es siempre bello, todo lo maravilloso, sea lo que fuere, es bello, e incluso debemos decir que solamente lo maravilloso es bello.
En el ambito de la literatura unicamente lo maravilloso puede dar vida a las obras pertenecientes a generos inferiores, tales como el novelistico y, en general, todos los que sirven de la anecdota. El monje, de Lewis, constituye una admirable demostracion de lo anterior. El soplo de lo maravilloso penetra en la obra enetera. Mucho antes de que el autor haya liberado a sus personajes de toda servidumbre temporal, se nota que estan prestos a actuar con un orgullo carente de precedentes. Aquella pasion de eternidad que les eleva incesantemente de acentos inolvidables a su tortura y a la mia. A mi entender, este libro exalta ante todo, desde el principio al fin, y de la manera mas pura que jamas se haya dado, cuanto en el espiritu aspira a elevarse del suelo; y esta obra, una vez despojada de su fabulacion novelesca, de moda en la epoca en que fue escrita, constituye un ejemplo de justeza y de inocente grandeza. A mi juicio son pocas las obras que la superan, y el personaje de Mathilde, en especial, es la creacion mas conmovedora que cabe anotar en las partidas del activo de aquella moda de figuracion en la literatura. Mathilde no es tanto un personaje cuanto una constante tentacion. Y si un personaje no es una tentacion, ¿que otra cosa puede ser? Extremada tentacion la de Mathilde. El principio “nada es imposible para quien quiere arriesgarse” tiene en el monje su maxima fuerza de convicción. Las apariciones ejercen en esta obra una funcion logica, por cuanto el espiritu critico no se preocupa de desmentirlas. Del mismo modo, el castigo de Ambrosio queda tratado de manera plenamente legitima, ya que a fin de cuentas es aceptado por el espiritu critico como un desenlace natural.
Quiza parezca injustificado que haya empleado el anterior ejemplo, al referirme a lo maravilloso, cuando las literaturas nordicas y las orientales se han servido de él, constantemente, por no hablar ya de las literaturas propiamente religiosas de todos los paises. Sin embargo, si asi lo he hecho, ello se debe a que los ejemplos que estas literaturas hubieran podido proporcionarme estan plagados de puerilidades, ya que se dirigen a niños. En un principio estos no pueden percibir lo maravilloso, y despues no conservar la suficiente virginidad espiritual para que Piel de asno les produzca demasiado placer. Por encantadores que sean los cuentos de hadas, el hombre se sentiria frustrado si tuviera que alimentarse solo con ellos, y por otra parte, reconozco que no todos los cuentos de hadas son adecuados para los adultos. La trama de adorables inverosimilitudes exige una mayor finura espiritual que la propia de muchos adultos, y una ha de ser capaz de esperar todavia mayores locuras… Pero la sensibilidad jamas cambia radicalmente. El miedo, la atraccion sentida hacia lo insolito, el azar, el amor al lujo, son recursos que nunca se utilizaran esterilmente. Hay muchos cuentos que escribir con destino a los mayores, cuentos que todavia son casi de hadas.
Lo maravilloso no es igual en todas las epocas; lo maravilloso participa oscuramente de cierta clase de revelacion general de la que tan solo percibimos los detalles; estos son las ruinas romanticas, el maniqui moderno, o cualquier otro simbolo susceptible de conmover la sensiblidad humana durante cierto tiempo. Sin embargo, en estos cuadros que nos hacen sonreir se refleja siempre la irremediable inquietud humana, y por esto he fijado mi atencion en ellos, ya que los estimo inseparablemente unidos a ciertas producciones geniales que estan mas dolorosamente influidas por aquella inquietud que muchas otras obras. y al decirlo, pienso en los patibulos de Villon, en los griegos de Racine, en los divanes de Baudelaire. Coinciden con un eclipse del buen gusto que puedo soportar muy bien, por cuanto considero que el buen gusto es una formidable lacra. En el ambiente de mal gusto propio de mi epoca, me esfuerzo en llegar mas lejos que cualquier otro.
Si hubiese vivido en 1820, yo habria hablado de la “monja ensangrentada” y no habria ahorrado aquel astuto y trivial “disimulemos” de que habla el Cousin enamorado de la parodia, y habria utilizado las gigantescas metaforas en todas las fases, como Cousin dice, del curso del “disco plateado”. En los presentes dias pienso en un castillo, la mitad del cual no ha de encontrarse forzosamente en runas; este castillo es mio, y lo veo situado en un lugar agreste, no muy lejos de Paris. Las dependencias de este castillo son infinitas, y su interior ha sido terriblemente restaurado, de modo que no deja nada que desear en cuanto se refiere a comodidades. Ante la puerta que las sombras de los arboles ocultan hay automoviles que esperan. Algunos de mis amigos viven en el: ahi va Louis Aragon, que abandona el castillo y apenas tiene tiempo para deciros adios; Philippe Soupault se levanta con las estrellas y Paul Eluard, nuestro gran Eluard, todavia no ha regresado. Ahi estan Robert Desnos y Roger Vitrac, que descifran en el parque un nuevo edicto sobre los duelos; y Georges Auric y Jean Paulhan; Max Morise, quien tan bien rema, y Benjamin Peret, con sus ecuaciones de pajaros; y Joseph Delteil; y Jean Carrive; y Georges Limboru, y Georges Limbour (hay un bosque de Georges Limbour); y Marcel Noll; he ahi a T. Fraenkel, quien nos saludo desde un globo cautivo, Georges Malkine, Antonin Artaud, Francis Gerard, Pierre Naville, J. A. Boiffard, despues Jacques Baron y su hermano, apuestos y cordiales, y tantos otros, y mujeres de arrebatador belleza, de verdad. A esa gente joven nada se le puede negar, y, en cuanto concierne a la riqueza, sus deseos son ordenes. Francis Picabia nos visita, y, la semana pasada, hemos dado una recpecion a un tal Marcel Duchamp, a quien todavia no conociamos. Picasso caza por los alrededores. El espiritu de la desamortizacion ha fijado su domicilio en el castillo, y a el recurrimos todas las veces que tenemos que entrar en relacion con nuestros semejantes, pero las puertas estan siempre abiertas, y no comenzamos nuestras relaciones dando las gracias al projimo, ¿saben ustedes? Por lo demas, grande es la soledad, y no nos reunimos con frecuencia, porque, ¿acaso lo esencial no es que seamos dueños de nosotros mismos, y, tambien, señores de las mujeres y del amor?.
Se me acusara de incurrir en mentiras poeticas; todos diran que vivo en la calle Fontaine, y que jamas gozaran de tanta belleza. ¡Maldita sea! ¿Es absolutamente seguro que este castillo del que acabo de hacer los honores se reduce simplemente a una imagen? Pero, si a pesar de todo tal castillo existiera… Ahi estan mis invitados para dar fe; su capricho es el capricho luminoso que a el conduce. En verdad, vivimos en nuestra fantasia, cuando estamos en ella. ¿Y como es posbile que cada cual pueda molestar al otro, alli, protegidos por el afan sentimental, al encuentro de las ocasiones?
El hombre propone y dispone. Tan solo de él depende poseerse por entero, es decir, mantener en estado de anarquia la cuadrilla de sus deseos, de dia en dia mas temible. Y esto se lo enseña la poesia. La poesia lleva en si la perfecta compensacion de las miserias que padecemos. Y tambien puede actuar como ordenadora, por poco que uno se preocupe, bajo los efectos de una decepcion menos intima, de tomarsela a lo tragico. ¡Se acercan los tiempos en que la poseia decretara la muerte del dinero, y ella sola rompera el pan del cielo para la tierra! Habra aun asambleas en las plazas publicas, y movimientos en los que uno jamas habria pensado en tomar parte. ¡Adios, absurdas selecciones, sueños de voragine, rivalidades, largas esperas, fuga de las estaciones, artificial orden de las ideas, pendiente del peligro, tiempo omnipresente! Preoucpemonos tan solo de practicar la poesia. ¿Acaso no somos nosotros, los que ya vivimos de ella, quienes debemos hacer prevalecer aquello que consideramos nuestra mas vasta argumentacion?.
Poco importa que se de cierta desproporcion entre la anterior defensa y la ilustracion que viene a continuacion. Antes hemos intentado remontarnos a las fuentes de la imaginacion poetica, y, lo que es mas dificil todavia, quedarnos en ellas. Y conste que no pretendo haberlo logrado. Es preciso aceptar una gran responsabilidad, si uno pretende establecerse en aquellas lejanas regiones en las que, desde un principio, todo parece desarrollarse de tan mala manera, y mas todavia si se pretende llevar al projimo a ellas. De todos modos, el caso es que uno nunca esta seguro de hallarse verdaderamente en ellas. Uno siempre esta tan propicio a aburrirse como a irse a otro lugar y quedarse en él. Siempre hay una flecha que indica la direccion en que hay que avanzar para llegar a estos paises, y alcanzar la verdadera meta no depende mas que del buen animo del viajero.
Ya sabemos, poco mas o menos, el camino seguido. Tiempo atras me tome el trabajo de contar, en el curso de un estudio sobre el caso de Robert Desnos, titulado Entraa de los mediums, que me habia sentido inducido a “fijar mi atencion en frases mas o menos parciales que, en plena soledad, cuando el sueño se acerca, devienen perceptibles al espiritu, sin que sea posible descubir su previo factor determinante”. Entonces intente correr la aventura de la poesia, reduciendo los riesgos al minimo, con lo cual quiero decir que mis aspiraciones eran las mismas que tengo hoy, pero entonces confiaba en la lentitud de la elaboracion, a fin de hurtarme a inutiles contactos, a contactos a los que yo era muy hostil. Esto se debia a cierto pudor intelectual, del que todavia me queda un poco. Al termino de mi vida, dificil sera, sin duda, que hable como se suele hablar, que excuse el tono de mi voz y el reducido numero de mis gestos. La perfeccion en la palabra hablada (y en la palabra escrita mucho mas) me parecia estar en funcion de la capacidad de condensar de manera emocionante la exposicion (y exposicion habia) de un corto numero de hechos, poeticos o no, que constituian la materia en que se centraba mi atencion. Habia llegado a la conviccion de que éste, y no otro, era el procedimiento empleado por Rimbaud. Con una preocupacion por la variedad, digna de mejor causa, compuse los ultimos poemas de Monte de Piedad, con lo que quiero decir que de las lineas en blanco de este libro llegue a sacar un partido increible.
Estas lineas equivalian a mantener los ojos cerrados ante unas operaciones del pensamiento que me consideraba obligado a ocultar al lector. Eso no significaba que yo hiciera trampa, sino solamente que obraba impulsado por el deseo de superar obstaculos bruscamente. Conseguia hacerme la ilusion de gozar de una posible complicidad, de la que de dia en dia me era mas dificil prescindir. Me entregue a prestar una inmoderada atencion a las palabras, en cuanto se referia al espacio que admitian a su alrededor, a sus tangenciales contactos con otras palabras prohibidas que no escribia. El poema Bosque negro deriva precisamente de este estado de espiritu. Emplee seis meses en escribirlo, y les aseguro que no descanse ni un solo dia. Pero de este poema dependia la propia estimacion en que me temia, en aquel entonces, y creo que todos comprendereis mi actitud, aun cuando no la considereis suficientemente motivada. Me gusta hacer estas confesiones estupidas. En aquellos tiempos se intentaba implantar la seudopoesia cubista, pero esta habia nacido inerme del cerebro de Picasso, y en cuanto a mi hace referencia debo decir que era considerado como un ser mas pesado que una lapida (y todavia se me considera asi). Por otra parte, no estaba seguro de seguir el buen camino, en lo referente a poesia, pero procuraba protegerme como mejor podia, enfrentandome con el lirismo, contra el que esgrimia todos genero de definiciones y formulas (no tardariasn mucho en producirse los fenomenos Dada), y pretendiendo hallar una aplicacion de la poesia a la publicidad (aseguraba que todo terminaria, no con la culminacion de un hermoso libro, sino con la de una bella frase de reclamo en pro del infierno o del cielo).
En esta epoca, un hombre que, por lo menos, era tan pesado como yo, es decir, Pierre Reverdy, escribio:
“La imagen es una creacion pura del espiritu. La imagen no puede nacer de una comparacion, sino del acercamiento de dos realidades mas o menos lejanas. Cuanto mas lejanas y justas sean las concomitancias de las dos realidades objeto de aproximacion, mas fuerte sera la imagen, mas fuerza emotiva y mas realidad poetica tenda…”.
Estas palabras, un tanto sibilinas para los profanos, tenian gran fuerza reveladora, y yo las medite durante mucho tiempo. Pero la imagen se me escapaba. La estetica de Reverdy, estetica totalmente a posteriori, me inducia a conducir las causas con los efectos. En el curso de mis meditaciones, renuncie definitivamente a mi anterior punto de vista.
El caso es que una noche, antes de caer dormido, percibi, netamente articulada hasta el punto de que resultaba imposible cambiar ni una sola palabra, pero ajena al sonido de la voz, de cualquier voz, una frase harto rara que llegaba hasta mi sin llevar en si el menor rastro de aquellos acontecimientos que, segun las revelaciones de la conciencia, en aquel entonces me ocupaban, y la frase me parecio muy insistente, era una frase que casi me atreveria a decir que llamaba a la ventana. Grabe rapidamente la frase en mi conciencia, y, cuando me disponia a pasar a otro asunto, el caracter organico de la frase retuvo mi atencion. Verdaderamente, la frase me habia dejado atonito; desgraciadamente no la he conservado en la memoria, era algo asi como “Hay un hombre a quien la ventana ha partido por la mitad”, pero no habia manera de interpretarla erroneamente, ya que iba acompañada de una debil representacion visual de un hombre que caminaba, partido por la mitad del cuerpo aproximadamente, por una ventana perpendicular al eje de aquel. Sin duda se trataba de la consecuencia del simple acto de enderezar en el espacio la imagen de un hombre asomado a la ventana. Pero, debido a que la ventana habia acompañado al desplazamiento del hombre, comprendi que me hallaba ante una imagen de un tipo muy raro, y tuve rapidamente la idea de incorporarla al acervo de mi material de construcciones poeticas. No hubiera concedido tal importancia a esta frase si no hubiera dado lugar a una sucesion casi ininterrumpidad de grases que me dejaron poco menos sorpendido que la primera, y que me produjeron un sentimiento de gratitud tan grande que el dominio que, hasta aquel instante, habia conseguido sobre mi mismo me parecio ilusorio y comencé a preocuparme unicamente de poner fin a la interminable lucha que se desarrollaba en mi interior.
En aquel entonces todavia estaba muy interesado en Freud, y conocia sus metodos de examen, que habia tenido ocasion de practicar con enfermos durante la guerra, por lo que decidir obtener de mi mismo lo que se procura obtener de aquellos, es decir, un monologo lo mas rapido posible, sobre el que el espiritu critico del paciente no formule juicio alguno, que, en consecuencia, quede libre de toda reticencia, y que sea, en lo posible, equivalente a pensar en voz alta. Me parecio entonces, y sigue pareciendome ahora -la manera en que me llego la frase del hombre cortado en dos lo demuestra-, que la velocidad del pensamiento no es superior a la de la palabra, y que no siempre gana a la de la palabra, ni siquiera a la de la pluma en movimiento. Basandonos en esta premisa, Philippe Soupault, a quien habia comunicado las primeras conclusiones a que habia llegado, y yo nos dedicamos a emborronar el papel, con loable desprecio hacia los resultados literarios que de tal actividad pudieran surgir. La facilidad en la realizacion material de la tarea hizo todo lo demas. Al termino del primer dia de trabajo, pudimos leernos reciprocamente unas cincuenta paginas escritas del modo antes dicho, y comenzamos a comparar los resultados. En conjunto, lo escrito por Soupault y por mi tenia grandes analogias, se advertian los mismos vicios de construccion y errores de la misma naturaleza, pero, por otra parte, tambien habia en aquellas paginas la ilusion de una fecundidad extraordinaria, mucha emocion, un considerable conjunto de imagenes de una calidad que no hubiesemos sido capaces de conseguir, ni siquiera una sola, escribiendo lentamente de nuestros respectivos temperamentos, el de Soupault menos estatico que el mio, y, sin se me permite una ligera critica, tambien derivaban de que Soupault cometio el error de colocar en lo alto de algunas paginas, sin duda con animo de impresionar, ciertas palabras, a modo de titulo. Por otra parte, y a fin de hacer plena justicia a Soupault, debo decir que se nego siempre, con todas sus fuerzas, a efectuar la menor modificacion, la menor correccion, en los parrafos que me parecieron mal pergeñados. y en este punto llevaba razon. Ello es asi por cuanto resulta muy dificil apreciar en su justo valor los diversos elementos presentes, e incluso podemos decir que es imposible apreciarlos en la primera lectura. En apariencia, estos elementos son, para el sujeto que escribe, tan extraños como es natural. Poeticamente hablando, tales elementos destacan ante todo por su alto grado de absurdo inmediato, y este absurdo, una vez examinado con mayor detenimiento, tiene la caracteristica de conducir a cuanto hay de admisible y legitimo en nuestro mundo, a la divulgacion de cierto numero de propiedades y de hechos que, en resumen no son menos objetivos que otros muchos.
En homenaje a Guillaume Apollinaire, quien habia muerto hacia poco, y quien en muchos casos nos parecia haber obedecido a impulsos del genero antes dicho, sin abandonar por ello ciertos mediocres recursos literarios, Soupault y yo dimos el nombre de surrealismo al nuevo modo de expresion que teniamos a nuestro alcance y que deseabamos comunicar lo antes posible, para su propio beneficio, a todos nuestros amigos. Creo que en nuestros dias no es preciso someter a nuevo examen esta denominacion, y que la acepcion en que la empleamos ha prevalecido, por lo general sobre la acepcion de Apollinaire. Con mayor justicia todavia, hubieramos podido apropiarnos del termino supernaturalismo, empleado por Gerard de Nerval en la dedicatoria de Muchachas de fuego. Efectivamente parece que Nerval conocio a maravilla el espiritu de nuestra doctrina, en tanto que Apollinaire conocia tan solo la letra, todavia imperfecta, del surrealismo, y fue incapaz de dar de él una explicacion teorica duradera. He aqui unas frases de Nerval que me parecen muy significativas que me parecen muy significativas a este respecto:
“Voy a explicarle, mi querido Dumas, el fenomeno del que usted ha hablado hace poco. Como muy bien sabe, hay ciertos narradores que no pueden inventar sin identificarse con los personajes por ellos creados. Sabe muy bien con cuanta conviccion nuestro viejo amigo Nodier contaba como habai padecido la desdicha de ser guillotinado durante la Revolucion; uno quedaba tan convencido que incluso se preguntaba como se las habia arreglado Nodier para volver a pegarse la cabeza al cuerpo.
“Y como quiera que tuvo usted la imprudencia de citar uno de estos sonetos compuestos en aquel estado de ensueño SUPERNATURALISTA, cual dirian los alemanes, es preciso que los conozca todos. Los encontrara al final del volumen. No son mucho mas oscuros que la metafisica de Hegel o los Memorables de Swedenborg, y perderian su encanto si fuesen explicados, caso de que ello fuera posible, por lo que le ruego me conceda al menos el merito de la expresion…”.
Indica muy mala fe discutirnos el derecho a emplear la palabra SURREALISMO, en el sentido particular que nosotros le damos, ya que nadie puede dudar que esta palabra no tuvo fortuna, antes de que nosotros nos sirvieramos de ella. Voy a definirla, de una vez para siempre:
Surrealismo: sustantivo masculino. Automatismo psiquico puro por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervencion reguladora de la razon, ajeno a toda preocupacion estetica o moral.
Enciclopedia: Filosofia. El surrealismo no se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociacion desdeñadas hasta la aparicion del mismo, y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psiquicos, y a sustituirlos en la resolucion de los principales problemas de la vida. Ha hecho profesion de la de Surrealismo Absoluto los siguientes señores: Aragon, Baron, Boiffard, Breton, Carrive, Crevel, Delteil, Desnos, Eluard, Gerard, Limbour, Malkine, Morise, Naville, Noll, Peret, Picon, Soupault, Vitrac.
Por el momento parece que los antes nombrados forman la lista completa de los surrealistas, y pocas dudas caben al respecto, salvo en el caso de Isidore Ducasse, de quien carezco de datos. Cierto es que si unicamente nos fijamos en los resultados, buen numero de poetas podrian pasar por surrealistas, comenzando por Dante, y tambien, en sus mejores momentos, por el propio Shakespeare. En el curso de las diferentes tentativas de definicion por mi efectuadas de aquello que se denomina, con abuso de confianza, el genio, nada he encontrado que pueda atribuirse a un proceso que no sea el anteriormente definido.
Las noches de Young son surrealistas de cabo a rabo; desgraciadamente no se trata mas que de un sacerdote que habla, de un mal sacerdote, sin duda, pero sacerdote al fin.
Swift es surrealista en la maldad
Sade es surrealista en el sadismo
Chateaubriand es surrealista en politica
Hugo es surrealista cuando no es tonto
Desbordes-Valmore es surrealista en el amor
Bertrand es surrealista en el pasado
Rabbe es surrealista en la muerte
Poe es surrealista en la mortal
Rimbaud es surrealista en la vida practica y en todo
Mallarme es surrealista en la conciencia
Jarry es surrealista en el absintio
Nouveau es surrealista en el beso
Saint-Pol-Roux es surrealista en los simbolos
Fargue es surrealista en la atmosfera
Vache es surrealista en mi
Reverdy es surrealista en si
Saint-John Perse es surrealista a distancia
Roussel es surrealista en la anecdota
Instinto que no todos son siempre surrealistas, por cuanto advierto en cada uno de ellos cierto numero de ideas preconcebidas a las que, muy ingenuamente, permanecen fieles. Mantenian esta fidelidad porque no habian escuchado la voz surrealista, esa voz que sigue predicando en visperas de la muerte, por encima de las tormentas, y no la escucharon porque no querian servir unicamente para orquestar la maravillosa partitura. Fueron instrumentos demasiado orgullosos, y por eso jamas produjeron ni un sonido armonioso.
Pero nosotros que no nos hemos entegrado jamas a la tarea de mediatizacion, nosotros que en nuestras obras nos hemos convertido en sordos receptaculos de tantos ecos, en modestos aparatos registradores que no quedan hipnotizados por aquello que registran, nosotros quiza estemos al servicio de una causa todavia mas noble.
Nosotros devolvemos con honradez el “talento” que nos ha sido prestado. Si os atreveis, habladme del talento de aquel metro de platino, de aquel espejo, de aquella puerta o del cielo.
Nosotros no tenemos talento. Preguntadselo a Philippe Soupault:
“Las manufacturas anatomicas y las habitaciones baratas destruiran las mas altas ciudades”.
A Roger Vitrac:
“Apenas hube invocado al marmol-almirante, este dio medida vuelta sobre si mismo como un caballo que se encabrita ante la Estrella Polar, y me indico en el plano de su bicornio una region en la que debia pasar el resto de mis dias.”
A Paul Eluard:
“Es una historia muy conocida esa que cuento, es un poema muy celebre es que releo: estoy apoyado en un muro, verdeantes las orejas y calcinados los labios.”
A Max Morise:
El oso de las cavernas y su compañero el alcaravan, la veleta y su valet el viento, el gran Canciller con sus cancelas, el espantapajaros y su cerco de pajaros, la balanza y su hija el fiel, ese carnicero y su hermano el carnaval, el barrendero y su monoculo, el Misssissipi y su perrito, el coral y su cantara de leche, el milagro y su buen Dios, ya no tienen mas remedio que desaparecer de la faz del mar.”
A Joseph Delteil:
“¡Si! Creo en la virtud de los pajaros. Y basta una pluma para hacerme morir de risa.”
A Louis Aragon:
“Durante una interrupcion del partido, mientras los jugadores se reunian alrededor de una jarra de flameante ponche, pregunte al arbol si aun conservaba su cinta roja”.
Y yo mismo, que no he podido evitar el escribir las lineas locas y serpenteantes de este prefacio.
Preguntad a Robert Desnos, quien quizas sea el que, en nuestro grupo, esta mas cerca de la verdad surrealista, quien, en sus obras todavia ineditas, y en el curso de las multiples experiencias a que se ha sometido, ha justificado plenamente las esperanzas que puse en el surrealismo, y me ha inducido a esperar aun mas de él. En la actualidad, Desnos habla en surrealista cuando le da la gana. La prodigiosa agilidad con que sigue oralmente su pensamiento nos admira tanto cuanto nos complacen sus esplendidos discursos, discursos que se pierden porque Desnos, en vez de fijarlos, prefiere hacer otras cosas mas importantes. Desnos lee en si mismo como en un libro abierto, y no se preocupa de retener las hojas que el viento de su vida se lleva.
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odio el nombre de esta pagina wn conshe la lora
ResponderEliminarjajajaja
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