Cuando yo era un niño muy joven, mi vida estaba llena de placer intenso y una energía vital que me causaba sentir plenamente lo que experimentaba. Yo era el centro de esta maravillosa, juguetona existencia y no sentía la necesidad de respaldarme en nada mas que mi propia experiencia de vida para realizarme. Me sentía intensamente, experimentaba intensamente, mi vida era un festival de pasión y placer. Mis decepciones y tristezas eran también intensas. Yo nací como un ser libre y salvaje en medio de una sociedad basada en la domesticación. No había manera en que yo pudiera escapar a la domesticación. La civilización no toleraría lo que es salvaje dentro de si. Pero yo nunca olvide la intensidad que la vida podía ser. Nunca olvide la energía vital que corría dentro de mi. Mi existencia desde que yo por primera vez comencé a notar esta vitalidad ha sido una guerra entre las necesidades de la sobre vivencia civilizada y la necesidad de liberarme y experimentar la intensidad plena de la vida sin limites.
Yo quiero experimentar esta energía vital otra vez. Quiero conocer al espíritu libre salvaje de mis deseos no reprimidos realizándose a si mismos en un juego festivo. Quiero destruir toda pared que se encuentre entre yo y la vida intensa y apasionada de libertad indomada que yo deseo. La suma de todas estas paredes es todo lo que llamamos civilización, todo lo que se encuentra entre nosotros y la experiencia directa y participativa de el mundo salvaje. Alrededor de nosotros ha crecido una red de dominio, una red de mediación que limita nuestra experiencia, definiendo los limites aceptables de producción y consumo. La autoridad domesticadora toma muchas formas, algunas de las cuales son difíciles de reconocer. El estado, el capital y la religión son algunas de las mas obvias caras de la autoridad. Pero la tecnología, el trabajo, el lenguaje con sus limites conceptúales, los inculcados hábitos de etiqueta y tacto-estos también son autoridades domesticadoras que nos transforman de animales salvajes, juguetones, desobedientes a domados, aburridos e infelices productores y consumidores. Estas cosas trabajan en nosotrxs insidiosamente, limitando nuestras imaginaciones, usurpando nuestros deseos, suprimiendo nuestra experimentación vivida. Y es en este mundo creado por estas autoridades, el mundo civilizado, en el cual vivimos. Si mi sueño de una vida llena de placer intenso y aventura salvaje va a ser realizada, el mundo debe ser radicalmente transformado, la civilización debe caer ante un mundo salvaje en expansión, la autoridad debe caer ante la energía de nuestra libertad salvaje. Tiene que-en carencia de un mejor termino-una revolución.
Pero una revolución que pueda destruir la civilización y restaurar la energía vital de el deseo indomado no puede ser como cualquier revolución del pasado. Todas las revoluciones hasta ahora se han centrado alrededor del poder, su uso y redistribución. Estas no han buscado erradicar la instituciones sociales que domestican; en los mejores casos han querido erradicar las relaciones de poder dentro de esas instituciones. En tanto los revolucionarios del pasado han puesto como objetivos de sus ataques a los centros del poder esperando destronarlos. Enfocados en el poder, ellos eran ciegos a las fuerzas insidiosas de la dominación que abarcan nuestra existencia diaria-y en tanto, cuando fueron exitosos en el destronar a los poderes enemigos, terminaron recreando a estos mismos poderes. Para evitar esto, tenemos que dejar de enfocarnos en el poder, sino mas bien en nuestro deseo de ser salvajes, en el experimentar la vida plenamente, en el conocer el placer intenso y la aventura salvaje. Mientras tratamos de realizar este deseo, confrontamos las fuerzas reales de la dominación, las fuerzas que enfrentamos cada momento de todos los días. Estas fuerzas no tienen un solo centro que pueda ser destronado. Son una red que nos somete. En tanto en ves de tratar de destronar a los poderes existentes, queremos desmoronar la dominación en tanto la confrontamos todos los días, ayudando a la civilización que ya esta en colapso a que se rompa mas rápido-y mientras cae, los centros de poder caerán con ella. Los revolucionarios anteriores solo han explorado los bien mapeados territorios del poder. Yo quiero explorar y aventurarme en lo que no ha sido mapeado, y en lo que no puede ser mapeado, territorios de la libertad salvaje. La revolución que pueda crear el mundo que quiero tiene que ser una revolución feral.
No puede haber programas o organizaciones para la revolución feral, debido a que lo salvaje no puede salir de un programa o organización. Lo salvaje sale de la liberación de nuestros instintos y deseos, de la expresión espontánea de nuestras pasiones. Cada uno de nosotrxs ha experimentado el proceso de la domesticación, y esta experiencia nos puede dar el conocimiento que necesitamos para desmoronar la civilización y transformar nuestras vidas. Nuestra desconfianza de nuestra propia experiencia es probablemente lo que nos impide rebelarnos en la forma tan libre y activa como queramos. Tenemos miedo de cometer errores, tememos a nuestra propia ignorancia. Pero esta desconfianza y miedo ha sido puesto en nosotros por la autoridad. Nos impide el crecer y el aprender. Nos hace objetivos fáciles de cualquier autoridad que este lista para llenarnos. Para desarrollar programas “revolucionarios” es necesario jugar con este miedo y desconfianza, el reforzar la necesidad de que se nos diga lo que hay que hacer. Ningún intento de ser feral puede ser exitoso cuando se basa en esa clase de programas. Necesitamos el aprender a confiar y actuar bajo nuestros propios sentimientos y experiencias, si en algún momento vamos a ser libres.
En tanto no ofrezco programas. Lo que compartiré es algunos pensamientos sobre formas para explorar. En tanto todxs hemos sido domesticadxs, parte del proceso revolucionario es un proceso de transformación personal. Hemos sido condicionados a no confiar en nostrxs mismxs, en no sentir completamente, en no experimentar a la vida intensamente. Hemos sido condicionados a aceptar la humillación del trabajo y la paga como inescapables, a relacionarnos con las cosas como recursos a ser usados, a sentir la necesidad de probarnos a nosotros mismxs por medio del producir. Hemos sido condicionados a aceptar el tedio de la sobre vivencia civilizada en ves del liberarnos y en verdad vivir. Necesitamos explorar nuevas formas de romper este condicionamiento, de liberarnos lo mas posible de nuestra domesticación como podamos ahora. Intentemos liberarnos de este acondicionamiento en tanto que cese de controlarnos y se convierta en nada mas que un rol que usemos en cuando esto sea necesario para la sobre vivencia en el medio de la civilización en tanto tratamos de desmoronarla.
En una forma muy general, sabemos lo que queremos. Queremos vivir como seres libres y salvajes en un mundo de seres libres y salvajes. La humillación del tener que seguir reglas, del tener que vender nuestras vidas para comprar la sobreviviencia, del ver a nuestros deseos usurpados transformadose en abstracciones e imágenes para vendernos mercancías nos llena de rabia. ¿Cuánto mas aguataremos esta miseria? Queremos hacer a este mundo uno en el que nuestros deseos sean inmediatamente realizados, no solamente en forma esporádica, pero normalmente. Queremos re-erotizar nuestras vidas. Queremos vivir no en un mundo muerto de recursos, sino en un mundo viviente de amantes libres y salvajes. Necesitamos el comenzar a explorar la extensión dentro de la cual seamos capaces de vivir estos sueños en el presente sin aislarnos a nosotrxs mismos. Esto nos dará una comprensión mas clara de la dominación de la civilización sobre nuestras vidas, una compresión que nos permitirá el luchar contra la domesticación mas intensamente y en tanto expandir el espacio en el cual podamos vivir salvajemente.
El tratar vivir tan salvajemente como podamos ahora también nos ayudara a romper nuestro condicionamiento social. Esto hará aparecer unas formas de travesura salvaje dentro de nosotrxs que tome objetivo a todo lo que quiera domarla, desmoronando la civilización y creando nuevas formas de vivir y compartir entre nosotrxs. Estas exploraciones nos expondrán a los limites de la dominación de la civilización y nos mostrara su oposición inherente a la libertad. Descubriremos las posibilidades que nunca hemos antes imaginado-vastas extensiones de libertad salvaje. Proyectos, que van desde el sabotaje y travesuras que expondrán o minaran a la sociedad dominante, hacia la expansión de los espacios de lo salvaje, a festivales y orgías y un general compartir libre, puede mostrarnos posibilidades asombrosas.
La revolución feral es una aventura. Es la exploración atrevida de el ser salvaje. Nos lleva a territorios desconocidos para los cuales no existen mapas. Solo podemos llegar a conocer estos territorios si nos atrevemos a explorarlos activamente. Debemos atrevernos a destruir cualquier cosa que destruya nuestro salvaje ser y el actuar por medio de nuestros instintos y deseos. Debemos atrevernos a confiar en nosotros mismos, nuestras experiencias y nuestras pasiones. En ese momento no dejaremos que nosotros seamos encadenados o encasillados. No permitiremos que nos domen. Nuestra energía feral rasgara hasta convertir en tiras a la civilización y creara una vida de libertad salvaje y placer intenso.
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