1.
Incluso
los más puros manantiales de Vida y de Pensamiento que brotan frescos y
reconfortantes entre las rocas solitarias de las más altas montañas
para acabar con la sed de los elegidos de la Naturaleza, cuando son
descubiertos por demagógicos pastores del híbrido rebaño burgués o
proletario bien pronto se transforman en fétidas charcas sucias y
fangosas. ¡Hoy es el retorno del Individualismo! Del vulgar esquirol al
idiota y repugnante policía, del miserable vendido al despreciable
espía, del esclavo cobardemente débil al autoritario repugnante y
tirano, hablan de Individualismo. ¡Es la moda!
Incluso los
raquíticos intelectualoides del tuberculoso conservadurismo liberal, así
como los enfermos de crónica sífilis democrática, hasta los eunucos del
socialismo y los anémicos del comunismo, ¡todos hablan y posan como
Individualistas!
Comprendo que no siendo el Individualismo una
escuela y mucho menos un partido, no puede ser “único” pero es más
cierto aún que los Únicos son individualistas. Y yo como único saliente
sobre el campo de batalla, desnudo mi espada y defiendo mis íntimas
ideas de individualista extremo, de Único indiscutible, puesto que
podemos ser escépticos e indiferentes, irónicos y burlones cuanto
queramos y podamos, pero cuando uno está condenado a oír de socialistas
más o menos teorizantes como afirman descarada e ignorantemente que no
hay nada de incompatible entre la idea Individualista y la colectivista,
y que se trata estúpidamente de hacer pasar a un titánico cantor de la
heroica potencia dominadora de fantasmas humanos, morales y divinos, que
tiembla y palpita, que exulta y se expande, más allá del bien y del mal
de la Iglesia y del Estado, de los Pueblos y de la Humanidad entre los
extraños resplandores de un nuevo incendio de amor incomprendido como el
lírico creador de Zarathustra, por un pobre y vulgar profeta del
Socialismo, que es escuela de cobardía, o un iconoclasta invencible e
insuperable como Max Stirner, por un instrumento cualquiera puesto allí a
disposición de frenéticos partidarios del comunismo, entonces puede
aparecerse una irónica mueca en los labios, pero después hace falta
in-surgir resolutamente para defenderse y agredir, puesto que quien se
siente realmente Individualista de principio, medio y fin, no puede
tolerar el ser mínimamente confundido entre las turbas inconscientes de
un enfermizo rebaño balante.
2.
El
Individualismo como yo lo siento, comprendo y lo entiendo, no tiene por
fin ni el Socialismo, ni el Comunismo, ni la humanidad. El
Individualismo tiene por fin a sí mismo. Que continúen si quieren los
cerebros atrofiados del positivismo spenceriano creyéndose
Individualistas sin darse cuenta que su venerado maestro es un
anti-individualista por excelencia, ya que no es más que un radical
monista, y como tal, amante apasionado de la unidad y enemigo jurado de
la particularidad. Él, como todos los científicos y filósofos más o
menos monistas, niega toda distinción o diversidad; y para afirmar la
ilusión sacrifica la realidad. Su esfuerzo se dirige a mostrar como
realidad la ilusión, y la ilusión como realidad. Él no pudiendo
comprender lo diverso, lo particular, sacrifica uno u otro ante el altar
de lo universal. Él combate el Estado en nombre del individuo, pero al
igual que todos los sociólogos de este mundo, vuelve a sacrificarlo bajo
la tiranía de otra sociedad libre y perfecta, ya que él combate, es
cierto, el Estado, pero lo combate solamente porque tal como es no
funciona como a él le gusta...
Pero no porque él haya comprendido
las unicidades anticolectivistas y antisociales capaces de las
actividades superiores del espíritu, del sentimiento y de la heroica y
emancipada potencia. Él odia el Estado pero no penetra ni comprende al
individuo misterioso, aristocrático, vagabundo, ¡rebelde! Y desde este
punto de vista no sé porque no también ese asmático charlatán, ese
antropólogo frustrado, hinchado y henchido de sociología de Darwin, de
Comte, de Spencer y de Marx, que ha sembrado porquerías a manos llenas
sobre los colosos del Arte y del Pensamiento como Nietzsche, Stirner,
Ibsen, Wilde, Zola, Huysman, Verlaine, Mallarmé, etc. y que se llama Max
Nordau; no sé explicarme, repito, porque no ha sido también él llamado
Individualista... ya que Nordau, como Spencer, combate el Estado...
3.
Giovanni Papini escribiendo sobre Spencer dice: “Como
científico se plegó ante los hechos, como metafísico ante lo
incognoscible, como moralista ante el hecho inmutable de las leyes
naturales. Su filosofía se materializó en miedo, ignorancia y
obediencia: grandes virtudes ante Cristo, pero vicios tremendos para
quien quiere la supremacía del individuo. El fue, ni más ni menos, un
falsario del individualismo”. Y yo, aun distando mucho de ser un papiniano, ¡en este caso estoy completamente de acuerdo con él!
4.
E. Zoccoli, que es un
profundo conocedor del pensamiento anarquista y un intelectual de máxima
envergadura, pero que profesa un piadosa moral burguesa, en su colosal
estudio “La Anarquía” tras
haber arremetido – aun con serenidad y cierta razón – contra los máximos
agitadores del pensamiento anarquista, de Stirner a Tucker, de Proudhon
a Bakunin, se entristece con Kropotkin porque considera que éste no fue
capaz de desarrollar un nuevo anarquismo estrictamente científico y
sociológico con el cual llevar de vuelta a todos los alocados
delincuentes del anarquismo extremo, o del Individualismo a las sanas
corrientes de un viscoso sistema positivista y científicamente
materialista y humanista, semispenceriano, porque es esta famosa ciencia
que por fin ha descubierto la nulidad del individuo “ante la inmensidad sin límites...”
Y también para el Kropotkin positivista, humanista, comunista y
científico... parece que el hombre es “un pequeño ser con ridículas
pretensiones ¡y que así sea! Quien está concentrado en la sociología no
puede ser nada más que un científico de colectividades que olvida al
individuo para buscar a la humanidad y lleva al Trono Imperial a los
pies del cual el Yo debe renegar de sí mismo y arrodillarse emocionado.
Y
cuando todos los anarquistas tengan de la vida este sublime concepto E.
Zoccoli estará feliz y contento, puesto que con la pose seráfica de un
profeta que dice a los hombres: “¡Yo he venido a ofreceros la posibilidad de una nueva Vida!”, él se dirige a nosotros y dice: “Que los anarquistas vuelvan por la senda de lo correcto que ésta les espera, lista para extender también a ellos sus garantías...” ¿Pero que es lo “correcto”?
Demos la palabra a Stirner:
“Lo
Correcto es el espíritu de la Sociedad. Si la Sociedad tiene una
voluntad es precisamente esta voluntad la que constituye lo Correcto: La
Sociedad no existe más que por lo Correcto. Pero como ella no existe
sino por el hecho de ejercitar una soberanía sobre el individuo, se
puede decir que lo Correcto es su voluntad soberana."
Como Aristóteles dijo: “la justicia es el fruto de la Sociedad.” Pero “cada
derecho existente es derecho extranjero, un Derecho que se me otorga,
del que se me permite disfrutar. ¿Tendré el buen derecho de mi parte
porque el mundo entero me dé la razón? Que cosa son pues mis derechos en
el Estado o en la Sociedad si no los derechos exteriores, de los
Derechos que obtengo de los otros? Si un imbécil me da la razón entonces
mi derecho se vuelve sospechoso, porque no tengo consideración por su
aprobación. Pero si fuese un sabio que me aprueba yo no podría por esto
decir que tengo razón. El hecho de tener la razón o no es absolutamente
independiente de la aprobación del loco, o del cuerdo”. Ahora
añadamos a mayores, a esta definición con la que el brutal e invencible
Rebelde alemán nos da la Razón, el célebre aforismo de Protágoras “El hombre es la medida de todas las cosas”, y a continuación podemos entrar en guerra contra todo derecho exterior y contra toda exterior justicia, ya que “la justicia es el fruto de la Sociedad”.
5.
¡Lo sé! Lo sé y lo
comprendo: Mis ideas – que después de todo no son nuevas – podrán hacer
que sangre el corazón demasiado sensible de los modernos humanistas que
pululan en gran abundancia entre los subversivos, y los románticos
soñadores de una refulgente humanidad redimida y perfecta, danzante en
un mundo de hadas de general y colectiva felicidad musicada por la
flauta mágica de la paz perenne y de la hermandad universal. Pero quien
persigue fantasmas se aleja de la verdad, y que sepáis que el primero en
arder entre las llamas de mi corrosivo pensamiento fue mi ser íntimo,
¡mi verdadero y propio yo! Ahora entre la pira ardiente de mis Ideas yo
también me he transformado en llama; y escuezo, quemo, corroyo... A mi
se deben acercar solamente aquellos que gozan contemplando ardientes
volcanes que lanzan hacia las estrellas las siniestras lavas explosivas
de su seno de fuego para a continuación dejarlas caer en la Nada y entre
la Muerta Ciudad de los hombres imbeles, carroñas de mis hermanos, para
hacerles huir con fuga frenética fuera de sus mohosos tugurios
tapizados con rancios y viejos ideales. Yo me declaro en guerra abierta,
patente y escondida, contra la Sociedad: ¡contra toda Sociedad! Yo
pienso, yo soy, y mientras haya hombres habrá una sociedad, puesto que
esta pútrida civilización con sus industrias y su progreso mecánico nos
ha terminado arrastrando a un punto donde no es ya posible volver atrás
hasta la envidiable edad de las cavernas y de las esposas divinas que
criaban y defendían a los nacidos con su libre e instintivo amor como
rubias y felinas Leonas habitantes de majestuosas selvas perfumadas,
verdes y salvajes; pero al mismo tiempo sé y pienso con la misma certeza
que toda forma de sociedad – y precisamente por ser sociedad – querrá,
para su bien, al individuo humillado. También el comunismo que – por lo
que non cuentan sus teorizadores – es la forma de Sociedad más
humanamente perfecta, no podrá reconocer en mí más que a otro de sus
miembros, más o menos activo, más o menos estimado... Yo para el
comunismo podré valer por lo que seré de mí mismo, de íntimamente mío,
de Único y por lo tanto incomprensible para la colectividad. Pero eso
que en mí es más incomprensible, más misterioso y enigmático para la
colectividad, es por ello mi tesoro más preciado, mi bien más querido
por ser mi intimidad más profunda que sólo yo puedo justificar y amar
porque sólo yo la comprendo.
Bastaría, por ejemplo, que yo dijese al comunismo: “el elegido existe para no hacer nada”
como dice Oscar Wilde, para ver como me echan a patadas ¡cuál leproso
siberiano en la cena sagrada de los nuevos Dioses! Sin embargo, uno que
tuviese la imperiosa necesidad de vivir su vida en la atmósfera alta y
sublimemente intelectual y espiritual del Pensamiento de la
contemplación, no podría dar nada de material y moralmente útil y bueno a
la comunidad, porque lo que podría dar sería incomprensible, y por
tanto nocivo e inaceptable, puesto que él no podría dar más que una
extraña doctrina que propugnase el gozo de vivir en el ocio
contemplativo. Pero en una sociedad comunista – como en cualquier otra
forma de sociedad – una tal doctrina podría provocar la corrupción entre
la falange de los que deben producir para el mantenimiento y el
equilibrio colectivo y social. ¡No! Toda forma de sociedad es el
producto de las mayorías. Para los grandes Genios o para los grandes
delincuentes no hay sitio entre la mediocridad triunfante que domina y
manda.
6.
Alguien me objetará que
en esta Alba bermeja, en esta grandiosa vigilia de armas y de guerra
donde ya resuenan fragorosamente las notas vibrantes y decisivas del
gran crepúsculo de los viejos Dioses, mientras en el horizonte ya surgen
los rayos rubios y dorados de un sonriente advenir, no está Bien parir a
la luz del sol ciertos íntimos y delictivos pensamientos... ¡Es una
historia tan vieja como estúpida! Tengo veintinueve años, hace 15 años
que milito en el campo libertario y vivo como anarquista, y siempre se
me han dicho las mismas, las mismísimas cosas:
“Por amor de la concordia...”.
“Por amor de la propaganda...”
“Por la próxima Revolución Social y redentora...”.
Por... ¡pero con que objeto continuar!
¡Basta! ¡No puedo seguir callando!
“Si
yo tuviese recluido en mi cajón un manuscrito aún inédito, el
manuscrito de una obra bellísima que al leerse provocase escalofríos de
voluptuosidades desconocidas y descubriese mundos ignorados; si yo
estuviese convencido de que los hombres ante estas páginas
empalidecerían de espanto, y que después errarían lentamente por las
calles desiertas con los ojos ferozmente dilatados fijos en el vacío
para con posterioridad buscar cínicamente la muerte cuando la locura no
fuese a su encuentro con sus carcajadas siniestras como el batir del
viento, y su lúgubre repiquetear de dedos invisible en sus cerebros
devastados; si yo estuviese convencido de que las mujeres sonreirían
obscenamente y con las faldas levantadas se tumbarían al borde de la
acera en espera de un hombre cualquiera, y que los hombres se lanzarían
de improviso sobre ellas para desgarrar con los dientes la vulva y la
garganta; si las multitudes embriagadas y hambrientas persiguiesen a
golpe de cuchillo a pocos hombres huyendo y entre ser y ser hubiese un
muerto que perpetuase el odio profundo; si de la tierra tuviese que
desaparecer para siempre la paz de un tiempo, la calma del espíritu, el
amor, la lealtad, la amistad, y en su lugar tuviesen que para siempre
reinar la turbulencia, la intranquilidad, el odio, la mentira, la
enemistad, la locura, las tinieblas, la muerte; si todo esto pudiese
hacerlo un libro bellísimo escrito por mí aún inédito y guardado en mi
cajón yo ese libro lo publicaría y no tendría paz hasta que no fuese
publicado”.
Así Persio Falchi escribía en la “Forca” años
ha para expresar su concepto sobre la Libertad del Arte, ¡así yo hoy lo
repito sobre el Iconoclasta! para expresar mi concepto sobre la Libertad
del Pensamiento
Es una absoluta e imperiosa necesidad mía la
de arrojar entre las tinieblas la luz vortiginosa y siniestra de mis
pensamientos y la risa incrédula y burlona de mis ideas sangrientas que,
orgullosas y soberbias por mostrar sus lozanas y libres de prejuicios
desnudeces, quieren andar libres por el mundo en busca de viriles
cópulas. Nadie puede ser más revolucionario de lo que yo lo soy, pero es
justo por esto que quiero lanzar el corrosivo mercurio de mis
pensamientos entre la senil impotencia de los eunucos del Humano
Pensamiento. No se puede ser revolucionarios a medias, ni pensar a
medias. Hay que ser como Ibsen, revolucionarios en el sentido más
completo y radical de la palabra. ¡Y tal es como me siento yo!
7.
La Historia, el
Materialismo, el Monismo, el Positivismo y todos los demás “ismos” de
este mundo son hierros viejos y oxidados que ya no me sirven ni me
conciernen. Tengo por principio la Vida, por fin la Muerte. Quiero vivir
intensamente mi Vida para abrazar trágicamente mi Muerte.
¡Vosotros
esperáis la Revolución! ¡Estupendo! ¡La mía comenzó hace ya mucho
tiempo! Cuando estéis listos - ¡Dios que largísima espera! - no me
disgustará recorrer una parte del camino junto a vosotros!
¡Pero cuando os paréis yo continuaré mi marcha demente y triunfal hacia la grande y sublime conquista de la Nada!
¡Cada
Sociedad que vosotros construyáis tendrá sus márgenes y sobre los
márgenes de toda Sociedad rondarán los vagabundos heróicos y
desgreñados, con pensamientos vírgenes y salvajes que sólo saben vivir
preparando siempre nuevas y formidables explosiones rebeldes!
¡Yo estaré entre ellos!
Y tras de mí, como antes que yo, se encontrarán siempre aquellos que les dirán a los hombres:
“Dirigíos
pues a vosotros mismos, antes que a vuestros dioses o a vuestros
ídolos: descubrid en vosotros lo que está escondido, sacadlo a la luz;
revelaos!”.
¡Puesto que todo hombre que hurgando en su
intimidad extrae lo que hay misteriosamente escondido es una sombra que
oscurece cualquier forma de Sociedad viviente bajo los rayos del Sol!
Toda
sociedad tiembla cuando la desdeñosa aristocracia de los Vagabundos, de
los Únicos, de los Inaccesibles, de los dominadores de lo ideal, y de
los Conquistadores de la Nada, carente de prejuicios se abre camino.
Venga, pues, oh Iconoclastas ¡adelante!
“¡Ya el ciclo gestante de presentimientos se oscurece y calla!”
Arcola, Enero de 1920
Nota del traductor:
Lo que he traducido como “Correcto”, “Derecho” o “Razón” con
mayúsculas, (también alguna en minúsculas) se corresponden con el
italiano “Diritto”, que responde a la siguiente acepción de dicha
palabra según el Treccani:
1.
En sentido amplio, en el lenguaje literario, lo que es justo, o es
sentido o debería ser sentido como justo, como perteneciente, por lo
tanto, al conjunto de principios morales que regulan las relaciones
entre los hombres en sociedad.
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